Martínez Barbeito, Carlos
"Una artesanía delicada sale de las manos de las camariñanas. A cualquier hora la villa entera repiquetea con el leve y rápido entrechocar de los palillos. En la puerta de la calle, en el malecón, dentro de las casas o en los talleres comunales, mientras aguardan la vuelta de las embarcaciones en las que los hombres van a pescar, las camariñanas agitan vertiginosamente los dedos, cruzan y entrecruzan los hilos que manejan sobre un abultado paquete o almohadilla, y ese incesante tableteo multiplicado por cien, por doscientas, por quinientas manos lleca con su alegre rumor el aire de la villa ¿Quién no escuchó hablar de las puntillas de Camariñas ? Las mujeres del pueblo componen con espotánea gracia los diseños de las mantelerías, juegos de cama, tapetes, cubiertas de bandejas, colchas, paños y lencería con rosetones, estrellas, cruces, soles, lunas, gallos, peces, leones, rombos, enrejados y toda clase de combinaciones, Las randas del encaje de Camariñas, las aplicaciones y entredoses no son tan sutiles como las de Valenciennes o Chantilly, pero tienen la suficiente delicadeza para encantar a los ojos de los que la contemplan. Por todo el mundo -España y América, sobre todo- se extienden los mercados que absorven la preciosa mercancia camariñana. Fueron los tripulantes de las naves que en otros tiempos comerciaban con los Países Bajos los que trajeron a estas costas la técnica flamenca del encaje y aquí arraigó para siempre con características peculiares. Las damas gallegos y flamencas casadas con capitanes que guerreaban en Flandes non dejarían de influir en el desarrollo de la popular y hermosa artesanía, que ya tiene aquí carta de naturaleza".
Galicia, Ediciones Destino ; Barcelona 1957.
