Museo del Encaje de Camariñas Museo del Encaje de Camariñas

Inicio | Museo virtual del encaje | Historia del encaje | Siglo XX

Compartir:

Siglo XX

Cifras referentes a la exportación

En 1901, Francisco M. Balboa, gran comerciante de encajes de Muxía, señala en un artículo que en el partido judicial al que pertenece Camariñas ocho o diez mil mujeres y niñas se dedicaban a la elaboración de encajes. Aporta cifras referentes a la exportación que resultan elocuentes.

Estos datos muestran que el mayor volumen de ventas se realiza en Cuba, seguida de Argentina, y en menor medida en los otros países aquí señalados.

Con respecto a las ventas en Galicia, calcula que la cifra ascendía a 50.000 pesetas.


Cifras referentes a la exportación 1905

En el año 1905 las cifras se incrementan y Alfredo García Ramos facilita las siguientes cantidades :

De esta información se deduce que Cuba sigue siendo el país más consumidor de encajes, posiblemente debido al alza del precio del azúcar, y que del puerto de A Coruña sale más mercancía para Cuba y del de Vigo para Argentina.

Resulta interesante señalar las alusiones que hace García Ramos a cerca del fraude que se produce en el comercio americano, ya que según indica, se vendían encajes de otros lugares como si fueran de Camariñas.

Un escritor anónimo afirma en un artículo de La Voz de Galicia de 1914, tener casas abiertas en Buenos Aires, Río de Janeiro, San Juan de Puerto Rico y Nueva York, y enviar mercancías a Chile, Uruguay, Ecuador, Cuba y México. Dice que la producción de estos encajes generan en la comarca medio millón de pesetas anuales. Lo que nos indica la gran dimensión que alcanzaron las exportaciones en este primer cuarto de siglo.

Uno de los inconvenientes que, históricamente, ha venido sufriendo el encaje de Camariñas, ha sido la falta de organización, tanto en la producción como en la distribución, así como la carencia de una cobertura legal o jurídica que ampare al sector.

Desde la Edad Media se sucedieron intentos para regular las producciones artesanas, la gran cantidad de ordenanzas y pragmáticas reales que se promulgaron, son buena prueba de ello.

También la Ilustración se propuso establecer una serie de medidas que favoreciesen el desarrollo de las artesanías y la racionalización de su producción. Ya comenzado el siglo XX, en el año 1915, se crean en Madrid una Junta y un Taller Central de Encajes, dirigidos por la Condesa de Pardo Bazán y la Marquesa de Figueroa, entre otras, que tenía como objetivos la creación de un consejo técnico, la realización de diseños típicamente españoles, la comercialización del encaje en el extranjero e iniciar proyectos de propaganda. Incluso visitaron al Ministro de Fomento "para pedir subvenciones para el establecimiento de industrias encajeras".

Sin embargo estas medidas poco influyeron en el sector encajero de Camariñas que, debido a la fuerte centralización estatal, prácticamente no se benefició de estas iniciativas.

En estos años, la revista madrileña Nuevo Mundo se interesó por la realidad del encaje gallego y ofreció una serie de reportajes que aportan una valiosa información. Así se sabe, por ejemplo, que el salario medio de una palillera en 1914 era de unos seis reales diarios, que los encajes de Camariñas se hicieron imprescindibles, debido a su aceptación, en los comercios argentinos, cubanos y mexicanos, hace referencia a que los encajes gallegos son elaborados por mujeres de diferente clase social, a diferencia de otros lugares en los que las mujeres dedicadas a esta labor son, sobre todo, de clase media. Entre otras noticias, también hace referencia a las consecuencias que originó el estallido de la primera contienda mundial.

La Primera Guerra Mundial provocó que países productores y exportadores de encaje como Alemania, Francia, Inglaterra, Países Bajos y Bélgica, entre otros, tuviesen que abandonar la producción debido a las circunstancias. De esta situación sacaron provecho los encajes de Camariñas y de otras zonas de la Península, que mejoran su situación en los mercados nacionales, europeos y en América.

Sólo en la provincia de A Coruña había en 1921 más de veinte mil mujeres y niñas dedicadas al encaje y un año antes, se vendió mercancía por más de tres millones de pesetas, recibiendo Cuba las dos terceras partes del total.

Esta situación de bonanza se mantuvo hasta los años 1926 y 1927, fechas en las que las exportaciones a América descendieron a niveles insignificantes. Las razones fundamentales para esta pérdida de mercado fueron el cambio de moneda en varios países de aquel continente, la revalorización de la peseta y las crisis comerciales que sufrieron Argentina y Cuba durante aquellos años.

Las siguientes décadas, con la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, también supusieron una recesión en el encaje gallego por las consecuentes crisis económicas, la falta de poder adquisitivo y por la pérdida de los canales tradicionales de distribución. Aún así, la producción no llegó a paralizarse, ya que se seguía abasteciendo al mercado interior.

Folletos sobre el encaje

La dictadura del general Franco fomentó la revalorización de las artesanías nacionales y se tomaron beneficiosas medidas para la promoción del encaje de Camariñas y para mejorar la precaria situación económica de las palilleras. Se organizaron exposiciones en las que estaba presente el encaje camariñán y, en 1948, la Sección Femenina creó el Taller de Capacitación Profesional de Juventudes de Camariñas. Como bien señala Xosé Luis Blanco Campaña, esta escuela supuso no sólo el que muchas mujeres aprendieran la técnica del encaje, sino también el reconocimiento de la importante labor de las palilleras.

Este taller estuvo en funcionamiento ininterrumpidamente hasta 1978.

A partir de 1970 se produce un resurgimiento de la artesanía y un importante incremento de la producción. A finales de esta década se celebraron en el Museo Provincial de Pontevedra dos exposiciones que colaboraron notablemente al conocimiento y difusión del encaje entre la población ajena al entorno de Camariñas.
El erudito y escritor Xosé Filgueira Valverde, director del museo en aquel momento, escribió al respecto :

"La Exposición de Encajes de Camariñas constituyó una agradable sorpresa, sin duda es una de las más motivadoras que lleva instalado hasta ahora el Museo. El número y variedad de piezas y el mundo de sus utensilios de trabajo, en sus diferentes fases, hacen comprender nítidamente la parte popular de las palilleiras"

Aviso Galicia Industrial

Desde comienzos de 1980 los encajes han estado presentes en, prácticamente, todas las exposiciones, ferias y muestras de artesanía gallega. Al mismo tiempo que surgen nuevos talleres y asociaciones de artesanas que organizan cursos, exhibiciones, encuentros, etc., sin olvidar el apoyo institucional que, sin duda, resulta necesario para la consolidación y promoción del sector encajero de Camariñas. Cabe señalar al respecto la importancia de la promulgación de la Ley de Artesanía de Galicia, en 1992, que supuso:

  • Establecimiento de las zonas de interés artesanal.
  • Regula el registro y talleres artesanos.
  • Se crea un certificado de calidad artesanal.
  • Se constituye la Comisión Galega de Artesanía.
  • La creación del Centro Galego de Artesanía e o Deseño por la Diputación de Lugo.

Precios del encaje

En la actualidad el encaje de bolillos sigue siendo una actividad de gran importancia para la economía local y es creciente el numero de artesanas que se dedican a esta labor. De esta manera también se contribuye a mantener viva una tradición secular que enriquece el patrimonio cultural de nuestro país.

En cuanto a la organización de la producción, ya se ha señalado que el sector encajero gallego careció tradicionalmente de una estructura que favoreciese su desarrollo y, sobre todo, que protegiese a las artesanas. En un principio era una actividad doméstica que proporcionaba unos ingresos fundamentales en épocas en las que, debido al mal tiempo, los marineros no podían hacerse a la mar y por lo tanto, escaseaban los ingresos. Las labores realizadas se vendían en los mercados o ferias locales.

En el momento en que aumenta la demanda y la producción, aparece la figura del llamado "acaparador" o intermediario y las artesanas pierden el control de su propio trabajo sometiéndose a los encargos y precios que estos comerciantes les imponen.

Libreta para el negocio del encaje

En un artículo publicado en la voz de Galicia, en 1917, se puede leer "...Tanto más pasmoso es aquel resultado - del cual si la numerosa mayoría de las palilleras se da cuenta, pues quien rige el negocio son los opulentos acaparadores y las diestras "tratantes" o maestras de taller- tanto más cabe ponderarlo, cuanto que la industria es imperfecta y carece desde el punto de vista industrial de verdadera organización..."

Ninguna palilleira se enriqueció con su trabajo, sin embargo muchos intermediarios vieron crecer su patrimonio.

Los encajes que en mayor cantidad se elaboraron, fueron la puntilla y el entredós. Hasta bien entrado el siglo XX se utilzó la vara como medida de longitud, que en Camariñas equivale a ochenta centímetros.

Se podían contabilizar hasta casi un millar de diseños diferentes, los más utilizados y multitud de variantes. Con el tiempo y, en parte, motivado por el mercado, se han perdido una gran cantidad de ellos, sobre todo los de factura más laboriosa y de hilo más fino. Muchos diseños de las labores de encaje tenían nombre propio y hasta nosotros han llegado los que aún se hacen en la actualidad : maravilla, ganapán, Simona, gitana, fieita, rosario, peineta, eses, flor, corredor de Camelle, picos, ramo, corazón, berberecho, tambores, carretera de Muxía, etc.

Capítulo aparte merece el singular modo de trabajar de las palilleiras, que no lo hacían individualmente, sino reunidas en una casa que era taller, escuela y hasta lugar de diversión.


Feader Ministerio de agricultura, alimentaci�n y medio ambiente Xunta de Galicia Deputaci�n da Coru�a Galicia Agader