Las Palilladas
Las "palilladas", también llamadas "escolas" eran reuniones de mujeres que se congregaban en la casa de una de ellas, en una habitación llamada "sala", para hacer encaje. Su origen se desconoce, pero se sabe que se remontan a varios siglos .
Comenzaban en el mes de septiembre y finalizaban en marzo, de manera que coincidían con la época de menor actividad agrícola ; se hacían de lunes a sábado y ocupaban todo el día hasta la madrugada. Los domingos se fregaba la escuela y se acostumbraba a lavar los palillos y llenarlos de hilo para no perder tiempo durante la semana. Asistían palilleiras de todas las edades y a las niñas pequeñas, para que no perdiesen el tiempo yendo a casa, sus madres les llevaban la comida a la palillada.
Todas las palilleiras estaban dirigidas por una de las más viejas. Colocaban un banco de madera en el centro de la sala y se sentaban en el suelo, con las piernas cruzadas y apoyando las almohadas en el banco. La palilleira que estaba comprometida se situaba en una esquina con un banquito para que pudiese hablar con su enamorado. Las mayores, a las que se tenía gran respeto, se sentaban a un lado del banco y las más jóvenes frente a ellas, siendo costumbre en muchas palilladas que las madres se sentasen al lado de sus hijas.
Las "palilladas", también llamadas "escolas" eran reuniones de mujeres que se congregaban en la casa de una de ellas, en una habitación llamada "sala", para hacer encaje. Su origen se desconoce, pero se sabe que se remontan a varios siglos . Comenzaban en el mes de septiembre y finalizaban en marzo, de manera que coincidían con la época de menor actividad agrícola ; se hacían de lunes a sábado y ocupaban todo el día hasta la madrugada. Los domingos se fregaba la escuela y se acostumbraba a lavar los palillos y llenarlos de hilo para no perder tiempo durante la semana. Asistían palilleiras de todas las edades y a las niñas pequeñas, para que no perdiesen el tiempo yendo a casa, sus madres les llevaban la comida a la palillada. Todas las palilleiras estaban dirigidas por una de las más viejas. Colocaban un banco de madera en el centro de la sala y se sentaban en el suelo, con las piernas cruzadas y apoyando las almohadas en el banco. La palilleira que estaba comprometida se situaba en una esquina con un banquito para que pudiese hablar con su enamorado. Las mayores, a las que se tenía gran respeto, se sentaban a un lado del banco y las más jóvenes frente a ellas, siendo costumbre en muchas palilladas que las madres se sentasen al lado de sus hijas. A las palilleras que se dedicaban enteramente a la labor del encaje, se les llamaba "caseteiras" porque no tenían que atender a labores agrícolas o a los animales ; las que vivían de las labores de la tierra solamente palillaban por la noche o cuando hacía mal tiempo. Casi todas las palilleiras hacían una tarea que tenían que terminar en el día, consistía en un determinado número de puntillas o prendidos. Algunas ancianas recuerdan los diversos castigos a que eran sometidas si no terminaban su labor y en muchas ocasiones palillaban hasta el amanecer. Uno de los principales motivos que justificaba la existencia de estas palilladas era el ahorro de energía ; por aquel entonces se utilizaba la luz de carburo o el candil de gas, que pagaban entre todas las mujeres. Estas fuentes de luz desaparecieron con la llegada de la energía eléctrica. En algunas palilladas las mujeres que se situaban más cerca de la luz tenían que pagar más que las otras. Por otro lado, la palilleira rinde más trabando en compañía y también se sacaban el sueño unas a otras. Eran tradicionales las largas conversaciones y entonar diversas cantigas. A pesar de ser tiempos difíciles también había momentos para la diversión. Los jóvenes tenían su día de cortejo -días distintos según las aldeas- y se organizaban bailes durante toda la temporada, siendo los más sonados los de carnaval. La música solía ser de pandereta y acordeón y se bailaban muiñeiras, mazurcas, pasodobles, valses y jotas gallegas, y cuando no había instrumentos usaban conchas, cucharas o botellas de anís. Antes de comenzar el baile los mozos estaban fuera, cantaban una copla y les respondían las palilleiras desde dentro de la sala. Una vez dentro los mozos, las palilleiras entonaban canciones infantiles que se prestaban para sacarlos a bailar, jugando a la rueda. Las palilladas regían, en cierto modo, la vida cotidiana de la comarca, como lo hacían "las fiadas" en los lugares en los que se hilaba el lino, aunque de éstas últimas se tienen noticias que revelan un carácter más descarado. Las palilladas han pervivido hasta nuestros días y aunque han perdido en parte su antigua naturaleza, siguen siendo un punto de encuentro para las palilleiras y una escuela para las aprendizas.
A las palilleras que se dedicaban enteramente a la labor del encaje, se les llamaba "caseteiras" porque no tenían que atender a labores agrícolas o a los animales ; las que vivían de las labores de la tierra solamente palillaban por la noche o cuando hacía mal tiempo.
Casi todas las palilleiras hacían una tarea que tenían que terminar en el día, consistía en un determinado número de puntillas o prendidos. Algunas ancianas recuerdan los diversos castigos a que eran sometidas si no terminaban su labor y en muchas ocasiones palillaban hasta el amanecer.
Uno de los principales motivos que justificaba la existencia de estas palilladas era el ahorro de energía ; por aquel entonces se utilizaba la luz de carburo o el candil de gas, que pagaban entre todas las mujeres. Estas fuentes de luz desaparecieron con la llegada de la energía eléctrica. En algunas palilladas las mujeres que se situaban más cerca de la luz tenían que pagar más que las otras. Por otro lado, la palilleira rinde más trabando en compañía y también se sacaban el sueño unas a otras. Eran tradicionales las largas conversaciones y entonar diversas cantigas.
A pesar de ser tiempos difíciles también había momentos para la diversión. Los jóvenes tenían su día de cortejo -días distintos según las aldeas- y se organizaban bailes durante toda la temporada, siendo los más sonados los de carnaval. La música solía ser de pandereta y acordeón y se bailaban muiñeiras, mazurcas, pasodobles, valses y jotas gallegas, y cuando no había instrumentos usaban conchas, cucharas o botellas de anís. Antes de comenzar el baile los mozos estaban fuera, cantaban una copla y les respondían las palilleiras desde dentro de la sala.
Una vez dentro los mozos, las palilleiras entonaban canciones infantiles que se prestaban para sacarlos a bailar, jugando a la rueda.
Las palilladas regían, en cierto modo, la vida cotidiana de la comarca, como lo hacían "las fiadas" en los lugares en los que se hilaba el lino, aunque de éstas últimas se tienen noticias que revelan un carácter más descarado.
Las palilladas han pervivido hasta nuestros días y aunque han perdido en parte su antigua naturaleza, siguen siendo un punto de encuentro para las palilleiras y una escuela para las aprendizas.